Feo

Siempre he creído en la inutilidad del cinturón. Nunca utilizo cinturón y si lo hago es por que tengo que usar traje y se recomienda, por cuestiones estéticas, su inútil uso. La falta de una banda que ajuste el pantalón con mis carnes hace que, en algunas ocasiones, cuando compro un pantalón un poco más grande, éste caiga por mi culo y tenga que estar subiéndolo constantemente.

Esta labor, además de ser incómoda para mí, es desagradable para algunas personas que no toleran ver calzones. Yo no entiendo, sinceramente, de dónde surge tanta aversión por ver unos pinches calzones que ni de trusa son ni son blancos, por lo que no se puede observar ningún resto escatológico en ellos.

En, fin, allá la gente con sus problemas existenciales y mi culo; yo no sabría que algún día esta situación iba a poner a prueba mi habilidad para responder de manera elegante y fina - pero no por ello menos ofensiva- a un pendejo que se iba a dignar a insultarme.

Tal cual lo escuchó, querido/a lector/a, un sujeto no-identificado y no-conocido, se tomó la molestia de insultarme mientras iba en su auto. La historia es más o menos así. Me encontraba yo caminando de regreso del mercado hacia mi casa. Como iba cargando el "mandado", no tenía manos disponibles para realizar la función antes descrita (subirme los pantalones cuando se me cayeran), por lo que, literalmente, iba enseñando todo el culo.

Sinceramente, ¿a alguien le importa esto? Es decir, quizá si vas caminando detrás de mí y ves mis calzones y tienes una moralidad retrógrada, probablemente te enojes, pero puedes voltear a ver el mundo que me rodea y no tener problema alguno.

Pues pasó algo verdaderamente increíble. No fue ni una señora que iba caminando detrás de mí ni algún violador compulsivo que esperaba alguna oportunidad para poder hablarme y después seducirme, ni tampoco fue una monja necesitada de pito: fue un automóvil.

Continuaba caminando y un automóvil se estacionó junto a la banqueta por la cual yo tranquilamente caminaba. Bajó su ventana y yo pensé que buscaba alguna dirección y, a la distancia (¿qué tal que la mafia vaticana me iba a secuestrar?), me detuve y escuché atento a lo que el señor me dijo:

-Hey, tú, escuincle, ¿te crees muy fresa o por qué enseñas los calzones?

con todo el poder de la bula lógica respondí:

-No, señor, se equivoca; yo no soy fresa- dije con tranquilidad y frialdad. Y mirando su automóvil y al señor añadí: Lo que pasa es que ud. es bien pinche naco. Hasta luego.

Sobra decir que corrí como nunca antes en mi vida lo había hecho.

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6 Responses
  1. Ja. No se por qué corriste si eso no fue un insulto que mereciera partirte la cara. Para la otra ya usa un pinche cinturon y deja de estar dando tan culero espectáculo... literalmente.

  2. Jaja la neta es que que culpa tenemos los demás de que no te guste usar cinturón, al menos unos tirantes que están de moda.

  3. Chale, puedes aprender a comer calzón con todo y pantalón.

    Aaargh, ya no sé cual imagen es peor.

    Mejor no salgas a la calle.

  4. gravatar Anónimo

    estuvo bien lo que le respondieste a ese señor. A lo mejor le gustaste pero no supo cómo abordarte, jeje.LM

  5. Nunca te descuides el culo, la mafia vaticana siempre está al acecho. SIEMPRE.

  6. Uagh, pinche ñor loco, que tal que si era un pinchi violador? Careful.

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